La Quête du temps
Un autómata único
Desde la Antigüedad, los autómatas han sido máquinas independientes o mecanismos que añaden una animación a un reloj. Hoy Vacheron Constantin ha reinterpretado este concepto incorporando el autómata en el movimiento como complicación para indicar las horas y los minutos. El Astronomer es el alma de La Quête du Temps, que plasma el tiempo como un elegante movimiento al son de la música.
UNA NUEVA COMPLICACIÓN
Dar la hora mediante el gesto

Para que el Astronomer lleve a cabo su cometido, una memoria mecánica transcribe las horas y los minutos del calibre al autómata. Este proceso patentado traduce el tiempo en gestos realistas que cambian de un momento a otro gracias a la compleja esfera inscrita en en la cúpula.
UNA NUEVA COMPLICACIÓN
144 movimientos, una emoción infinita

Cada vez que se mueve, el autómata revela un gesto completamente único. Las escalas están dispuestas deliberadamente en un orden aleatorio, garantizando que el tiempo nunca se indique de la misma manera dos veces. El cuerpo del Astronomer se mueve sobre múltiples ejes con una fluidez y un silencio extraordinarios, reproduciendo la elegancia del movimiento humano.
Tras esta coreografía se esconde una proeza de la mecánica: 144 gestos diferentes, accionados por 158 levas, ajustados a mano para crear una presencia realista.








Una coreografía del tiempo
Diseñado como una escultura, animado como una bailarina
El Astronomer fue esculpido en bronce por François Junod, grabado con constelaciones, engastado con estrellas de diamantes y bañado en oro como una joya. Su postura, deliberadamente andrógina y elegante, evoca el movimiento de una bailarina, que aporta emoción a cada secuencia.
Este mismo conocimiento hizo posible coreografiar con precisión el mínimo gesto del Astronomer siguiendo la partitura musical.
144
Gestos únicos realizados por el autómata para indicar la hora e interactuar con su entorno.
158
Levas diseñadas con precisión para controlar la coreografía del autómata
7
Años de desarrollo, con la participación de relojeros, ingenieros, expertos en automatización, artistas, astrónomos y músicos
28 cm
De altura
UN BALLET MECÁNICO
Tres actos de poesía mecánica
Anunciado por una alarma melódica, el Astronomer se despierta, saludando al día y a la noche, trazando el arco de la Luna.
Acompañado de música mecánica (metalófono + tubos Wah-Wah), señala las constelaciones, un reflejo de la fascinación de la humanidad por las estrellas.
Con gestos que cambian cada vez que se acciona, el Astronomer indica las horas y los minutos actuales, una alternativa viviente a las agujas y las esferas.
UN COSMOS EN MOVIMIENTO
El Astronomer
La figura bajo la cúpula de cristal se muestra natural y equilibrada, ocultando un inmenso despliegue de ingenio técnico. Con 40 cm de diámetro, la cúpula que cubre el Astronomer resultó ser un desafío técnico que, finalmente, se resolvió con soportes arqueados como los de una esfera armilar. Asimismo, la idea de indicar el tiempo en escalas suspendidas dentro de la cúpula planteaba problemas de peso, resueltos por la sinterización del polvo de aleación de titanio para crear estructuras finas pero fuertes.


Un cielo preservado para siempre
La cúpula pintada a mano
Sobre el autómata, la cúpula de cristal está pintada a mano alzada desde el interior para representar el cielo nocturno sobre Ginebra del 17 de septiembre de 1755, el día en que Vacheron Constantin nació al firmar el contrato del primer aprendiz.
Esta configuración celeste precisa, desarrollada en colaboración con el Observatorio de Ginebra, incluye constelaciones del zodíaco a lo largo de la eclíptica, así como Orión, la Osa Mayor y la Osa Menor, las estrellas que los niños suelen aprender a reconocer primero. En su superficie curvada, el cosmos pintado se transforma en un mapa de los orígenes y en un escenario para el asombro, donde empieza el tiempo junto a las estrellas.
Dominio del arte de los autómatas
François Junod, el escultor del autómata

Reconocido como el principal maestro mundial en autómatas, François Junod aportó su incomparable savoir-faire a La Quête du Temps. Desde su taller en Sainte-Croix, cuna de los autómatas, esculpió y articuló el Astronomer en bronce, lo grabó a mano con constelaciones y lo bañó en oro como una joya. En estrecha colaboración con los relojeros y los ingenieros de Vacheron Constantin, ideó sistemas de articulación, la cinemática de la cabeza y una memoria mecánica patentada, innovaciones que aportaron una elegancia realista a los 3923 componentes, transformando la mecánica en presencia.
